jueves, 17 de febrero de 2011

El piano - Capítulo VI "Primer día de trabajo"

Aparqué el coche y sin tomarme un respiro, pues llegaba tarde, salí con rapidez hacia el conservatorio, un edificio enorme de ladrillo gris, algo antiguo pero hermoso. Corriendo entré en la puerta principal mientras por el camino, y sin prestar mucha atención, devolví saludos y buenos días a algunos alumnos que se cruzaron en mi camino. Subí a la primera planta y tan rápido como pude pasé por delante de la sala de profesores antes de ser vista y atravesé casi corriendo la puerta de el aula A-7 cerrándola tras de mí. Miré a través de la pequeña ventana de cristal que había para ver si alguien se había percatado de mi llegada. Sabía que ese día tedría que enfrentarme a preguntas como "¿qué tal lo llevas?", "¿estas ya mejor?", "¿puedo hacer algo por ayudarte?"...pero quería demorarlo lo máximo posible.

De repente caí en la cuenta del silencio que había. Me volví lentamente hacia la clase y allí estaban mis alumnos, observándome sentados tras sus pupitres alguno con cara de extrañeza, otros con cara de lástima y los menos con algo de incertidumbre en su rostro.

Puse una de mis mejores sonrisas y dije con la voz más clara que pude:

- Buenos días!!

Todos contestaron buenos días y se movieron en sus asientos mientras me acercaba a mi mesa y dejaba ahí las partituras y el bolso. Cogiendo una tiza de la pizarra, escribí en ella con letras mayúsculas “Aída”.

- Este mes vamos a estudiar a fondo Aída. Me gustaría que hicierais un trabajo exhaustivo sobre esta obra. No sólo desde su composición musical, sino su significado teatral, gramatical y porque no...poético.

Comenzaron a oírse murmullos y protestas entre ellos y sonreí... Si, estaba de nuevo donde quería estar. Me sentía bien enseñando. Era agradable la vuelta al trabajo. Llamaron a la puerta del aula y al mirar hacia ella, pude ver a Susana, la conserje del conservatorio, que me hacía señales para que saliera un momento.

- A ver chicos tengo que salir un momento. Quiero que vayáis mirando algo en la documentación de las carpetas sobre lo que os he dicho ¿vale? – me dirigí hacia la puerta mandando a callar un poco.

Susana era una mujer mayor, canosa y con algunos kilos demás. Tenía una mirada de esas que hacen que se te encoja el corazón y una amabilidad que difícilmente se podía pasar por alto. Para ella salir de su “espacio cuadrado”, como llamaba a la recepción, era toda una aventura. Por eso estaba resoplando y abanicándose con una de las solicitudes de admisión del curso escolar.

- Hola Susana!!! Dime que pasa...- Le dí un beso en la mejilla puesto que para mí era muy entrañable – Pero siéntate... ¿te encuentras bien??

- Ais si nena...- dijo mientras tomaba asiento en uno de los bancos del pasillo - Es que me cuesta andar un poco y subir las escaleras mucho más – resopló una vez, tragó saliva y continuo diciendo – Tienes una llamada al parecer urgente. Es un señor que habla así muy raro. El muy cabezota no ha querido esperar a que termines la clase y la verdad... con todo lo que te ha pasado mi niña dije... igual es importante no se...

- Una llamada de un señor? – fruncí el ceño y comenté – Se llama Raúl?

- No. Es que tiene un nombre muy raro – contestó algo pensativa como si intentara recordarlo.

- Esta bien iré a ver. Lo cogeré en la sala de profesores. Usted váyase a la recepción poquito a poco eh? Que no hay prisa – Le sonreí y ella me devolvió la sonrisa a la vez que me apretaba la mano con la suya, aunque sabía que no era solo por lo que le acababa de decir...Me miraba con una lástima que de seguida hizo que apartara la mano y echara a andar.

Al entrar en la sala de profesores me vinieron recuerdos que, en todo este tiempo, ni sabía que podían existir. Y es que fue allí donde recibí aquella llamada, fue allí donde mi vida comenzó a quebrarse hasta que estalló en pedacitos imposibles de volver a unir. Como un puzzle que le faltan piezas y que jamás volverá a estar completo. Fue en ese mismo teléfono donde ahora parpadeaba una luz roja. Ahora más que nunca me había dado cuenta que el dolor, había hipotecado mi vida para siempre...

- Sí, dígame – noté que respondía de mala gana motivado por el pensamiento que acababa de tener.

- ¿Stra. Swan? – al otro lado se escuchó una voz con un acento algo duro y neutro.

- Soy yo. ¿Con quién hablo? – pregunté intentando ser menos seca.

- Perdón mi español. No bueno. Soy Frederik Wiedeman. Represento a un coleccionista de piezas antiguas, paga mucho... Quiere... el piano – dijo con pausas evidentes de su inseguridad al hablar y tener que pensar como decir cada palabra.

- Hablo inglés si usted lo prefiere. En relación al piano...supongo se refiere al que mis padres compraron para mí. Tengo que hablar aún con el Señor Sanders que es quien me lo va a enviar. Yo no lo tengo todavía pero...¿usted está diciendo que alguien lo quiere comprar? – entonces se quedó pensativa mientras continuaba escuchando a ese señor que parecía con acento alemán, informándole sobre la posible compra del piano. De repente le surgió una pregunta inevitable y le interrumpió – Oiga...¿cómo ha sabido donde trabajo y como ha conseguido este número?

Se hizo un silencio perpetuo al otro lado de la línea y de repente se cortó la llamada.

- Oiga? – entrecerré los ojos y volví a decir esta vez algo enfadada – oiga!!! – No obtuve respuesta. Colgué el teléfono de mal humor y me llevé ambas manos a la cara para masagearme las sienes algo frustrada. Suspiré y negué con la cabeza. No quería más sorpresas. Quería continuar con mi vida!! Aunque sabía que ya nada sería igual. Recordé aquella bolsa negra... Si, debería echarle un vistazo. Lo haría cuando regresara a casa.

Me dirigí fuera de la clase de profesores hacia el aula de nuevo he intentando no pensar demasiado en aquella extraña llamada...

9 comentarios:

  1. Ese piano, ese piano ¿qué tendrá ese piano? Aquí sigo enganchado a la historia.

    Un beso!!

    ResponderEliminar
  2. Bufff que habrá en el piano?
    Quien será el comprador?
    Las respuestas en el siguiente episodio jejeje

    ResponderEliminar
  3. Intuía que el episodio quinto daba paso a un intrigante sexto. Bien, molto bene. Besos

    ResponderEliminar
  4. gran ritmo literario monik, bien escrito. queremos saber qué esconde ese piano!

    ResponderEliminar
  5. Chica cada uno a lo suyo..tú eres de letras, yo no podría hacer ésto...soy de ciencias.

    un beso buenfinde...y a ser muy mala.

    ResponderEliminar
  6. Está genial. Escribes muy bien y a cada renglón abres el interés del lector por querer saber más (al menos el mío). Seguimos a la espera.

    Saludos en Do mayor.

    ResponderEliminar
  7. Es estupendo... Aysss trabajo... hoy me he levantado con unas ganas de trabajar. Quizás me acueste otro ratito a ver si se me quitan... jajaja

    Saludos y un abrazo.

    ResponderEliminar
  8. Estoy encantada de que os guste la historia...Muchas gracias por seguirla!! :D

    Buen finde!!! ^^

    ResponderEliminar
  9. Muy bien Monik y ahora qué? Nos dejas enganchados jajaja.
    Bueno toca esperar... a ver qué sucede con el piano y cual es el suceso por el que todos se compadecen de ella.
    Besos.

    ResponderEliminar