jueves, 3 de febrero de 2011

El piano - Capítulo IV "VDC Antiques, S.L."

Tras hablar con ella tuvo una sensación que aun no podía catalogar. Su voz había sido dulce pero a la vez con un tono de desesperación como sí estuviera pidiendo ayuda a gritos para que alguien la sacara de un agujero negro. Aunque disponía de un centenar de empleados, se había ocupado personalmente de contactar con ella, no sabía porque, pero ahora se alegraba de haberlo echo.


La empresa de antigüedades VDC Antiques, S.L., anteriormente denominada Antiques Furniture, S.A., llevaba muchos años funcionando desde que su abuelo Frederik Müller, la abriera en Londres en el año 1922. Nacido en Alemania, emigró con sus padres buscando una mejora económica que no podían encontrar en su país natal. El pequeño Müller, no siendo buen estudiante, trabajó en varios lugares hasta que comenzó en una pequeña tienda de muebles que posteriormente se inició en el comercio de antigüedades. Frederik, creyó ver un gran futuro en ese tipo de negocio, por lo que decidió arriesgar sus ahorros abriendo su propia tienda. Aunque su abuelo sufrió la llegada de la Segunda Guerra Mundial en 1939, increíblemente la empresa había salido a flote y no había cesado su actividad.

Su madre Richelle, hija única, heredó el patrimonio familiar en el año 1970, sin embargo delegó prácticamente el funcionamiento de la empresa a su marido Thomas que ya trabaja en ella desde hacía años. Un tiempo después, se instalaron en las afueras de Londres, donde nació Raúl y desde donde gestionaban el negocio, convirtiéndose en una de las mayores multinacionales de venta y exportación de antigüedades de todo el mundo. Numerosas personalidades importantes en diferentes sectores como el mundo del cine, política, música...etc, habían adquirido suculentas piezas y aún, hoy en día, contaban con compradores muy ilustres.

Raúl había asumido las riendas de todo ese imperio al terminar la carrera en 1990 siendo un trabajo que le apasionaba. Licenciado en Bellas Artes y especializado en restauración, para él una pieza antigua, debía ser tratada con la misma delicadeza que un recién nacido. En la actualidad, a sus 45 años, aunque amaba su trabajo, éste no le dejaba mucho tiempo para la diversión ni para establecer una familia. Sus continuos viajes al extranjero para supervisar nuevas adquisiciones, hacían poco probable un afianzamiento de un hogar donde una mujer e hijos le esperasen a su vuelta. Al menos no de la forma que le gustaría a el.

Raúl se levantó del sillón de su despacho y se dirigió al almacén que estaba instalado al final del pasillo. Abrió una gran puerta de hierro y accedió a un espacio de unos 1000 m2 algo oscuro pero con la suficiente luz como para poder distinguir lo que contenía su interior. Siempre que entraba allí se sentía como si viajara a tiempos pasados... la antigua Roma, el enigmático Egipto... la Inglaterra del siglo XVII...

Un mes atrás, decidió hacer inventario para sacar a subasta algunas piezas que nunca habían sido mostradas. No sabía porqué no estaban en catálogo así que después de supervisarlas a conciencia, no vio motivo alguno para no incluirlas ya que estaban en perfecto estado. Posó sus ojos sobre un piano de madera que se encontraba a la derecha de la estancia y se dirigió hacia el. En verdad, le sería difícil desprenderse de aquella pieza, era una de sus favoritas.

Tenía solo un símbolo muy peculiar en la parte trasera, algo que a su modo de entender, le daba una mayor calidad, puesto que la mayoría de los pujadores de instrumentos como ese tipo de piano, estaban acostumbrados a adquirirlos con grabados o dibujos, debido a que generalmente estaban decorados con pinturas referentes a su época... Pero este tenía solo ese símbolo, lo veía como algo especial, empezando por ese único detalle y porque había recibido una llamada días atrás, ofreciéndole hasta el doble del precio que pagó el doctor Swan, pero no cedió. No había podido evitar ser fiel al compromiso que había adquirido anteriormente.

Una risa amarga surgió de su boca al recordar lo que decía su padre de el: “Que tengas una formación académica no quiere decir que sepas lo que hay que saber para llevar un negocio de tanta envergadura, sobre todo porque los sentimentalismos están fuera de lugar”. Para su predecesor lo más importante era la empresa y ganar el mayor dinero posible con ésta. Desde niño se había dado cuenta de ello al no haber contado con la figura de su padre prácticamente para nada. Solo su madre le había tratado con amor y cariño desde que tenía uso de razón.

9 comentarios:

  1. Se adivina algo interesante detrás de la cortina y en medio de los acordes.

    ResponderEliminar
  2. Ya veo que la cosa se va a liar, joder lo que me faltaba, comerme la cabeza con esta historia, jejeje
    Adelante con ella estoy esperando acontecimientos

    ResponderEliminar
  3. que imaginación..

    que misterio...

    ResponderEliminar
  4. Nada es lo que parece...jejeje :P

    ResponderEliminar
  5. Pedazo de cojonuda historia. Le busco algún pero y no lo encuentro. Bien, bien.

    ResponderEliminar
  6. El misnterio de las cosas que no sabemos descifrar...

    Saludos y un abrazo.

    ResponderEliminar
  7. Monik guapa, me alegro de volver a verte por aquí. Te sigo.....
    Un beso!

    ResponderEliminar
  8. Como me gusta dejaros con la miel en los labios...jejeje

    Natalia!!! me alegra tanto saber de ti!! gracias por venir :)))

    ResponderEliminar