- Creo que no debes viajar solo...quizás te acompañe...¿qué me dices? – arrugo la frente y se sorprendió a sí mismo por el pensamiento en voz alta que acababa de hacer. Hacía mucho tiempo que no viajaba a España pero, ¿verdaderamente lo hacía por el piano o por esa voz tras el teléfono que aún resonaba en su cabeza? Cerró la tapa del piano y suspiró profundamente antes de dirigirse de nuevo a la salida del almacén para cerrarla con llave.
Miró su reloj de muñeca y se dio cuenta que ya era muy tarde. Había quedado para desayunar como siempre hacía con su amigo Antuan, un reconocido pujador de Somersby que trabajaba para él desde hacía mucho tiempo incluyendo muchas de las adquisiciones de la empresa en pujas donde se llegaba a recaudar a veces importes astronómicos que, en muchas ocasiones, ni él mismo podía esperar.
Cogió su abrigo y su portátil para dirigirse hacia la puerta de salida no sin decirle antes a Steve, su secretario, donde se dirigía:
- Steve, marcho a verme con Antuan. Tengo que mirar con el lo de la próxima subasta.
- De acuerdo Sr. Sanders. Le localizaré en su móvil si surge algo.
Asintiendo con la cabeza, salió al exterior dirigiéndose a la boca de metro más cercana. Aunque Raúl podía permitirse tener un coche lujoso e incluso un chofer que le llevara y trajera del trabajo, siempre le gustaba ir en metro para formar parte de la ciudad, la gente y el ruido. Había intentado varias veces acomodarse a los lujos que su apellido y posición le permitía, pero se había aburrido tanto, que dejó de hacerlo hace años. Suerte que sus padres, ya algo mayores, cada vez organizaban menos fiestas en las que siempre asistían personajes ilustres de la ciudad londinense. Para él era un auténtico martirio aguantar toda una noche mientras su madre sobre todo, se empeñaba en emparejarle con alguna chica burguesa en edad de casamiento.
Sonrío pensando como ella se enfadaba ante su poca muestra de interés en buscar una familia estable, pero sabía que ella le adoraba y siempre terminaba riéndose cuando la abrazaba y le daba un fuerte beso en la mejilla. Su madre lo era todo para él... la única que verdaderamente había estado siempre a su lado, la que también sufrió junto con él, las ausencias de su padre... Hacía tiempo no la visitaba, seguramente lo haría antes de irse a España. De nuevo esa idea ocupo su mente y recordó la voz de esa chica...No sabía porqué de repente se veía tan involucrado e interesado en ir personalmente, pero algo le decía que debía hacerlo.
Al llegar a su parada de metro, salió del vagón para dirigirse entre empujones, hacia la salida donde le esperaba su amigo.
tienes madera de novelista monik! me quedo con ganas de más.
ResponderEliminarcapítulo quinto sin mucha trascendencia argumental aunque perfectamente escrito, y que augura un sexto con sorpresas. Bien, bien, bien. Besos.
ResponderEliminarSi, vamos a por el siguiente....
ResponderEliminarsencillito(y previsible) este raúl.
Muy buena narrativa desarrollada en una novela internacional. me ha gustado, veremos si el tiempo me deja seguir más capítulos.
ResponderEliminarUN abrazo Monik
Claro es muy fácil explicr algo y dejarnos con la miel en los labios(eso me suena de algo jejeje), te pareces a los de Perdidos cuando acababa el capítulo joder, queremos saber que pasa!!!
ResponderEliminarMonik, sigo con atención cada capítulo de tu relato, de aquí al premio Planeta:)))
ResponderEliminarInteresanteeee.
Besos
Estoy contenta y feliz de que os esté gustando a todos!!! :D
ResponderEliminarSeguimos leyendo! Acabo de ver tu post, ¡qué casualidad que hayamos hablado de metros las dos!
ResponderEliminarHoy paso a cierta velocidad... Ando de tiempo como de títulos nobiliarios, vamos ninguno. Sólo decirte que es un placer verte de vez en cuando por mi espacio, y te doy las gracias por ello.
ResponderEliminarSaludos y un abrazo.
como se suele decir...continuará...:P
ResponderEliminarQueriada monica, como siempre me encanta leerte... y me encanta que todo continue...
ResponderEliminarun besoo